Sunday 3 August 2008

¡Escuchamé con los ojos!

Y se entregaron incondicionalmente a la felicidad. Al principio, estaban pendientes en todo momento uno del otro, se hacían mimoserías, se miraban extáticos en los intermedios de los cines o bajo la luz de las farolas, intercambiaban en las comidas los más escogidos bocados, mi cielo, mi amor, se llamaban por teléfono varias veces por la mañana, ¿cómo estás?, ¿te has acordado de mí?, ¿a que no adivinas qué estoy haciendo ahora mismito?, y como todo en ellos era noticiable, parecía que al regresar Tomás del instituto se reencontraban tras una larga ausencia rica en andanzas y sucesos que había que contar con toda suerte de detalles. Pero luego, cuando se fueron gastando los signos que celebraban la dicha a cada instante, y cuando la costumbre vino a liberarlos de la fatiga diaria del asombro, y los días empezaron a confundirse unos con otros, entonces fue como si la felicidad no estuviese ya hecha de episodios claros y distintos sino de la misma sustancia pura y abstracta de la felicidad, como si habitasen en un lugar en el que el Limbo y el Paraíso mezclaban sus fronteras. De toda la muchedumbre de sobrenombres, sólo sobrevivió el de Tomy, y ella se quedó meramente en Marta.

Y bien: así debía ser. Porque aquellas hogueras deslumbraban más que calentaban, y uno agradecía la humilde constancia de los rescoldos en esa hora en que los esplendores del día comienzan también a declinar. Y entonces sobrevino ese tiempo en bruto que aparece apenas significado en las novelas y en los dramas que tantas veces él había estudiado y comentado en clase, meses y años que se resuelven en unas líneas, despachados a granel sin mayores escrúpulos, porque es un tiempo sin relieve, que no interesa ni al pensamiento ni a la acción, tiempo no vivido con singularidad, tiempo gris, donde la costumbre hace por adelantado el trabajo que es propio del olvido.
Luis Landero, Hoy, Júpiter, Tusquets Editores, 1ª edición, 2007, págs. 113-114.

Y en la página 115 dice:

Hábitos que misteriosamente fortalecen la vida en común, pero a la vez la debilitan, piensa Tomás, o lo pensará años después, cuando recuerde cómo el amor y la costumbre fueron haciendo causa común hasta fundirse en un único sentimiento de términos ya indistintos, y tan resistente y duro como el pedernal.
Según el Diccionario Panhispánico de Dudas:

Como 1.d) Funciona como conjunción completiva equivalente a que, introduciendo oraciones subordinadas sustantivas de complemento directo. Hoy solo es normal su empleo con los verbos de percepción ver y oír, y sus sinónimos: «Ya verás como no va a pasar nada» (ASantos Estanquera [Esp. 1981]); «El día se inicia con una mañana helada, después llueve y hasta puede nevar, pero siempre observará como la luz del sol va aumentando» (Nacional [Ven.] 12.1.97); «Oyó como se abría una puerta y vio entrar a un soldado» (Chamorro Cruz [Esp. 1992]); «Se escucha como varias voces empiezan a contestar a este último grito» (López Vine [Méx. 1975]). Su uso con otros verbos resulta hoy algo forzado y, en su lugar, se prefiere la conjunción que: en la actualidad no diríamos Me dijo como no podía pagarme, sino Me dijo que no podía pagarme. Con este valor conjuntivo, como es átono y se escribe sin tilde. No obstante, se hace a veces tónico por contaminación con el adverbio interrogativo de sentido modal cómo, ya que, con verbos de percepción, como es el caso de ver y oír, la noción de modo, aunque secundaria, está también presente en los enunciados; así, en la oración Vio como los policías saltaban la valla, la percepción del hecho en sí [= vio que los policías saltaban la valla] es indisociable del modo en que se ejecuta la acción [= vio de qué modo los policías saltaban la valla]. Pero a pesar de pronunciarse tónico, el como conjuntivo debe seguir escribiéndose sin tilde para diferenciarlo del adverbio interrogativo cómo. Esta distinción es en algunos casos determinante a la hora de interpretar correctamente un enunciado: en Ya verás como canta Juan se transmite al interlocutor la seguridad de que Juan va a cantar, mientras que en Ya verás cómo canta Juan se pondera anticipadamente ante el interlocutor la forma de cantar de Juan.

1 comment:

ChriSmilla said...

muy bonito el libro y ni me he fijado en los errores :)

me acabo de comprar el otro, Juegos de la edad tardia, resulta que se ha traducido al rumano, asi que lo voy a leer en rumano

me gusta este autor