Tuesday 2 September 2008

El caballito ciego

Ayer hablé con mi hermana mayor y me enteré de que Lex, de cinco meses de edad el 6 de septiembre, hijo de Morita, una yegua de mi hermana mediana, y Hélix, un Pura Raza Español (PRE) perteneciente a la parada de sementales de Ávila del Ejército de Tierra, que se conocieron e intimaron por medio de un bote y una pajita, palabras textuales de la dueña, con la intermediación de un inseminador oficial del ejército; de repente empezó a irse contra las paredes y los alambres de la finca, así rezaba la versión de mi tío allí presente en el momento en que sucedieron los hechos. Al parecer se había quedado ciego, no se sabía por qué razón, y yo, mientras escuchaba a mi hermana mayor a través del terminal, me lo imaginaba al pobre corriendo como un loco, vulnerable, golpeándose con todos los obstáculos que se topaba a su paso y no podía ver, alterado por la súbita nueva realidad, quién sabe si permanente, pero nada prometedora, que se presentaba ante él. Luego pensándolo con un poco de frialdad me preguntaba cómo el potro podía saber que su situación no era la que debía esperar, fruto del desarrollo que lo llevaría a convertirse en un caballo adulto. ¿Acaso tenía medios para saber que su madre veía las cosas del mismo modo que lo hacía él? ¿No podía haber desarrollado una aptitudes especiales que le permitiesen no tropezar con nada ni irse contra elementos voluminosos que la pudieran herir a pesar de la ceguera constitutiva de cualquier caballo de más de cinco meses?

Al hablar con mi hermana mediana esta tarde para felicitarle el cumpleaños, me enteré de que en realidad el caballo sólo se puso nervioso cuando lo trató de amarrar para que lo inspeccionase el veterinario. Ahí fue cuando se golpeó contra todo lo que se interpuso en su camino y no veía. Antes había aceptado con estoicismo su dolencia y no mostraba signos de estar afectado, siendo el único visible el aciago blanco de sus ojos. El veterinario le diagnosticó conjuntivitis, ante el escepticismo y la desesperanza de mi hermana que decía que no podía ser porque no le lloraban los ojos, y le recetó una pomada. Me contó finalmente apenada que si no se recuperaba de los dos ojos, su destino no podía ser otro que el matadero, ¡quién lo iba a querer aunque solo fuera ciego de un ojo!

[Retomando la entrada el día 6 de septiembre, en el quinto "cumplemeses" de Lex, aprovechando que mi hermana me ha devuelto la llamada que le hice hace dos días, "me llaman la rápida", dice a lo Guillermo (de la Escuela), puedo informar que el potro ha recuperado totalmente la visión de uno de los ojos y, en el otro, la opacidad blanca se va haciendo cada vez más transparente, lo que le augura de nuevo al potro un futuro que parecía se le iba a negar. Excelente]

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Acabo de ver un reportaje de Informe Semanal de hace veinte años sobre Fernando Pessoa en el Canal 24H de TVE. En su día se conmemoraba el centenario del nacimiento de poeta, el 13 de junio de 1888 en Lisboa. El documental terminó con estos versos:

Quien lee deja de vivir
Dejad de vivir, y leed
¿Qué es la vida?

2 comments:

Tania said...

Pobre caballito..ahora que leo tu post..hace unas horas he visto el programa REDES de la 2 (por cierto, alucino que un programa tannnn interesante..se emite los Domingos a las 01:25h) en fin..que hablaban de los nuevos avances para los invidentes y hablaron de implantación de chips que convierten las imágenes a siluetas en blanco y negro y luego se envian a la retina.. interesante ..! pobre caballito..yo si lo quisiera ciego, aunque no tenga utilidad!!
Tania

Jose said...

Calla, calla. Esperemos que nunca nos hagan falta esos chips. Desde que vi a aquel Pastor de Everwood que se quedaba ciego por hemorragias en la retina me obsesiona la idea. Luego vinieron las miodesopsias y finalmente un reportaje de un deportista paralímpico en Shanghay que se quedó ciego a los 28 años por una diabetes!!! Mejor no pensar en ello.