Thursday 24 January 2008

I'm crazy for trying and crazy for crying and I'm crazy for loving you

Me han dicho muchas veces que estoy mal de la cabeza, y yo que no, que no me entienden. Hoy ya debería contestar, si quiero ser honesto conmigo mismo y no faltar al octavo mandamiento, que no se equivocan, porque desde las once de la mañana de este día de primavera anticipada soy el desolado (aunque soleado) poseedor de una cartilla de salud mental, con una primera cita para el 14 de febrero, día de los enamorados. No puede ser coincidencia.

Entrar en el Centro de Salud Mental impone. Empiezo a mirar a mi alrededor a la gente sentada en la única sala de espera del centro tratando de imaginar por qué razón están allí, si tenemos algo en común, o mejor, qué cosas de locos harán que me distingan de ellos. Me parecen todos unos chiflados, desde el hombre al que besa en la mejilla una chica de pelo rizado que le habla con cariño, hasta el chico que sentado lee un libro en plena quietud (esa inmovilidad no puede ser normal, no es síntoma de salud), si bien más tarde yo mismo sacaré Cien años de soledad de la mochila e inmóvil me sentaré a leerlo a solo metro y medio de él (la diferencia es que yo estaré en mí y a él lo estoy viendo desde metro y medio de distancia. Si me pudiese ver desde metro y medio de distancia, probablemente no me sentaría allí ni sacaría el libro; me limitaría a esperar de pie, como hacen las personas cuerdas, a que terminasen de introducir mis datos en el sistema ("me fichasen") y me devolvieran mis cosas junto con la cita impresa en un pequeño recibo con mi hora de visita y mi número de orden (no sabía todavía que me vendrían con una cartilla en la que me habrían escrito a mano una primera cita y reservado veintitrés líneas vacías más para citas posteriores... como si yo fuese a volver, como si este fuera en verdad el comienzo de mi locura). Distingo la ventanilla de citas a un lado de la sala, haciendo esquina con el patio central, decorado con azulejos de colores. Mientras hago cola, veo un cartel que dice que las citas para nuevos pacientes solo se despachan de 9:30 a 13:30. Son las once, así que he venido por pura casualidad, quizá llevado por mi impetuosidad, dentro del horario establecido. A través del vidrio de la ventanilla veo acercarse a la sala a una chica con media cara de chufla. Parece simpática. Viene haciendo muecas, medio bufando. Cuando abre la puerta que da a la sala y llama a un paciente me da la impresión de que es una mujer extraña. Como si por pasarse la mayor parte del día entre locos, se le hubiera pegado algo. Cuando se aproxima su paciente le dice sonriente, "sí que hay gente hoy", y ambos desaparecen detrás de la puerta y, de nuevo, a través de la ventanilla, los veo dirigirse a una consulta situada al fondo de la sala administrativa. Me llega mi turno. Entrego la tarjeta sanitaria y el volante de la doctora, me siento en la sala y saco el libro. Me extraña la familiaridad con la que las psicólogas tratan a los pacientes allí reunidos. Parecen saberse los nombres de todos. Seguro que a ellos ya les han rellenado más de una cartilla de citas. Después pasa un psicólogo alto y delgado con el pelo canoso y una leve cojera que me hace pensar en el Dr. House. Este es serio y no busca la complicidad del paciente. Es brusco y seco: debe de ser de Madrid.

Unos minutos después sale una chica con mi tarjeta sanitaria y la cartilla, me las da y me dice que la cita va ahí escrita. Me apuro a salir del centro. El aire lo noto cargado y aunque pienso que las enfermedades de los presentes serán mentales y no contagiosas, no me siento a gusto entre enfermos. Necesito aire fresco. Salir del centro no me resulta tan vergonzoso como entrar. Ya no me importan los transeúntes con los que me cruzo ni lo que piensen en relación con mi vinculación con el centro. Es más importante salir de allí. Me mezclo con la gente de la calle y con una pequeña sonrisa pienso que igual que al ver el Saber Vivir de hoy he pensado que presento todos los síntomas de una enfermedad cardiaca (y me pregunto por qué no me han hecho ninguna prueba para comprobar que mi corazón está latiendo con soltura y no se encuentra fatigado y a punto de ceder), la psicóloga seguro me convencerá de que tengo lo que ella estime oportuno. Probablemente necesitaré medicación, probablemente al tomarla me sentiré mejor, y terminaré esquizofrénico o en un manicomio. Tengo que cerrar mi mente y no hacerle ni caso. Si se empieza a meter en asuntos privados le tendré que decir, "no sé qué tiene que ver eso con mis problemas respiratorios. No creo que ningún trauma infantil me los haya causado. Centrémonos."

PD. Se ha muerto Heath Ledger. Alucino!

7 comments:

Tania said...

Jose, creo que si nos ponemos ha analizarnos los unos a los otros llegamos a la conclusión que estamos todos locos..de una u otra forma (la gente siempre lo dice) pero si lo analizamos bien.. es verdad. Unos serán locos mentales, otros locos por la naturaleza, algunos locos de amor, muchos locos por alacanzar el éxito, muchísimos locos por los chocolates, una buena cantidad locos por la bici, muchos locos por viajar, la gran mayoría locos por las consumismo, pocos locos por la tele..en fin..sería una lista sin final, pero dentro de todo hay niveles de locos también, porque realmente que es un loco??! Dícese de aquel que sufre de locura..y qué es la locura? un estado mental controlable o incontrolable!! entonces quizá utilizamos mal el término loco no?! o tenemos todos trastornos mentales?! mmm..depende del cristal por donde se mire..
En fin, no lo se, sé que quizás algun día necesitaré un sicólogo, bueno creo que todos en algún momento de nuestras vidas lo necesitamos o lo necesitaremos..descargar todo lo de dentro con alguien fuera de nuestro entorno y que no te conozca de nada..eso ayuda.. ahh bueno creo que me he liado en fin..ya me contarás como te fue en tu taller de respiración.
Por cierto..como me lo imaginaba..no fuimos al Prado el Viernes!

ChriSmilla said...

como bien dice Tania [holaaa! :)] todos somos locos de alguna forma. Yo lo que no entiendo es que tiene que ver la respiracion con la salud mental?!

Jose said...

Sí, todos somos raros y locos, es lo maravilloso de las personas, que no hay forma de que nos entendamos, lo que nos produce incertidumbre, secreción de endorfinas y algo en lo que pensar. Es usual que busquemos problemas donde no los hay, y pensar en qué es lo que habrá querido decir cuando dijo eso o por qué no responde a mis mensajes de texto o a mis llamadas o por qué reacciona de tal manera ante ciertos estímulos cuando yo no reaccionaría así, nos mantiene entretenidos sin tener que recurrir a vicios caros y perniciosos para la salud. ¡Viva la locura y la diferencia! (aunque no entendamos nada!!)

Jose said...

La respiración y la salud mental están fuertemente vinculadas. Según el psicólogo que nos impartió el curso, nacemos respirando correctamente (salvo que tengamos alguna enfermedad), sin embargo, a medida que vamos creciendo somatizamos nuestras emociones, nuestras preocupaciones, nuestra angustia, etc. haciendo que aparezcan tensiones en determinadas partes del cuerpo que no permiten que los pulmones se expandan lo suficiente, disminuyendo de esta manera su capacidad. En el taller se trataba de ver cuáles eran esas emociones que tratábamos de suprimir y que nos impedían respirar correctamente. Yo no descubrí cuáles eran las mías, pero sí aprendí algunas técnicas para respirar mejor (http://www.ensenanzas-caballero.miarroba.com/)

Tania said...

mmm..viernes a las 21:47 horas en casa..mm..pensando..navegando por la red..leyendo el email del "Ryan" (no sé si es hombre o mujer) pero me escribe diciéndome que le envie los documentos en pdf..que pesado no?! y tras eso no me contesta mis preguntas!! y eso que yo pensaba que yo era la pesada..como tu dijiste Jose. En fin..seguiré con mi artículo de los 3R..!

Jose said...

¿Y en qué formato se los habías enviado?

Puff said...

Tu no estas loco, solo le das muchas vueltas a las cosas.